lunes, 18 de agosto de 2014

Los teatros y el olvido

   Llueve. Como ayer, como entonces, como siempre:
el mismo agua amarga, los mismos hombres de barro, las mismas muchachas impúdicas.
Llueve sobre ti, sobre todo, sobre todos, pero yo estoy seco:
la lluvia llega, pasa y se va. Y yo estoy seco.
Mis ropas sí están mojadas, pero mis ropas son piedra,
son roca molida y apenas lo sienten.
Mi memoria, en cambio, es vidrio,
es cristal y se estremece ante las gotas que no mojan.
Tiembla y te recuerdo como eras entonces,
entonces, en el tiempo de las encinas y el olvido,
el tiempo en que yo estaba empapado y reíamos
y tu hablabas de Miller, de Beckett y de Pirandello
y yo, dormido en mi propia desmemoria feliz, olvidaba a Casona
y no te hablaba de Buero o de Ibsen, pero tú te acordabas
y reíamos. Tiembla y recuerda el sol de entonces,
entonces, cuando nos perdíamos en las hamacas y las piscinas
y soñábamos con viejos árboles, entonces,
entonces también llovía, como ahora, como ayer, como siempre
pero entonces reíamos y ahora yo estoy seco.

A.S.V.