miércoles, 27 de mayo de 2015

El Parque de Atracciones IX / ♫White Blank Page - Mumford & Sons

─Leí hace días que si las ciudades tuviesen sexo, Londres sería un hombre, París una mujer, y Nueva York una transexual bien adaptada.
Wes rió un poco.
─Sí, Londres es un hombre con un ego desmesurado.
─Un hombre que muy posiblemente fume cigarrillos Dunhill y beba whisky a deshora.
Empezaba la primavera y el frío iba desapareciendo de los atardeceres.
Sentados frente a frente, cada uno de ellos como quien lee a la sombra de un árbol, apoyaban sus espaldas en las bases de dos columnas en Burlington Gardens.
─Necesito nacer en los años cuarenta para poder enamorarme de verdad.
─¿Y por qué en los años cuarenta?
─En 1942 nació Jean Shrimpton.
─Puedes buscar a una Jean Shrimpton ahora. Si existía una en los años cuarenta, no es raro que hoy exista otra.
─No sé. Creo que eso que has dicho es una contradicción en sí misma. Me gustan las tetas pequeñas. Jean Shrimpton tenía las tetas pequeñas.
─A mí también me gustan.
─Pero creo que no les hacemos justicia llamándolas solo “tetas pequeñas”. “Tetas pequeñas” quiere decir tetas discretas, elegantes, casi tímidas... Incluso diría que las tetas pequeñas ni siquiera tienen por qué ser necesariamente pequeñas.
─Es verdad. Hay tetas grandes, o normales, que tienen ese mismo carácter.
─Justo esa es la palabra; son tetas con carácter, o mejor, tetas con personalidad. Ni pequeñas ni grandes, sino con personalidad.
─¿No serán las chicas las que tienen personalidad?
─Sí, chicas con personalidad y tetas con personalidad suelen ser complementarias. Sí, tiene sentido. Las tetas de Jean Shrimpton eran perfectas. Esa es la palabra para las tetas: perfectas. Pero ella era mucho más que eso; era pura proporcionalidad.
─Porque todo es cuestión de proporciones, ¿verdad?
─Absolutamente todo.
Las ojeras de Wes llevaban muchos días arrastrándose por el suelo. Pero la angustia y la apatía parecían haberle dado una tregua esa tarde.
─Es difícil pensar en tetas y no sonreír. Cuando digo tetas no me refiero a almacenes con estanterías llenas de tetas. Me refiero a pensar en las de una persona concreta. Recordar o imaginar a una chica y recordar o imaginar sus tetas. Creo que, definitivamente, las tetas son de lo más maravilloso que hay en el mundo.
─Sí, seguro que lo son.
Londres aguantaba el brillo amarillento del final de un espléndido día de marzo. Los ojos de Wes y los ojos de Charlie parecían contener, contenían, millones de emociones intensísimas y contradictorias, y a la vez transmitían que esas emociones les regalaban, temporalmente y sin explicación alguna, un momento de gran serenidad. La gran serenidad era estar sentados en unas escaleras de piedra, fumando, hablando banalidades. Justicia. Compasión. Necesidad.
─Tengo la sensación de que aceleramos cada vez más y no tengo ni idea de hacia dónde. Siento que aceleramos más cuanto más empeoramos.
─Ni se te ocurra pensar esas cosas. No podemos dejar que nuestro cerebro se acomode en una agonía perpetua que solo lleva a pudrirnos aún más. Piensa en este cigarro, en este rato, en el Támesis, en cada paso que das sin derrumbarte. Porque no podemos derrumbarnos a nosotros mismos. Era imposible que Albert se fuera sin dejarnos algo bueno. Y precisamente lo bueno que nos ha dejado es que se ha ido, porque ahora tenemos un motivo consistente para seguir avanzando. Debemos ir adonde quiera que tengamos que ir, pero siempre teniéndole presente, y siendo lo que somos, porque así es como tiene que ser.
Wes no pudo evitar que sus ojeras brillasen. En el fondo, no podía estar más débil. En el fondo, nada podía ir peor. La última tabla a flote era Charlie. Inmediatamente después de acabar de hablar con la voz entrecortada, también con los párpados humedecidos, Charlie hizo un breve silencio de recuperación y poco a poco dejó que se le escuchase susurrar.
Rise up this mornin', smiled with the risin' sun, three little birds, each by my doorstep, singin' sweet songs, of melodies pure and true, saying', "This is my message to you".
Los susurros se convirtieron en delirantes gritos rotos que cantaban esa canción sin motivo alguno. O al menos eso es lo que pensó Wes en un primer momento, anticipándose mal a sus propios sentimientos.
Charlie era optimista. No lo podía evitar. Uno de esos optimistas con motivos de sobra para ser pesimista. A Charlie le sobraban situaciones en su vida en las que podría haberse tirado por la borda, y sin embargo, ahí estaba, tirado en unas escaleras recitando con un tono oxidado, siguiendo el ritmo con golpes en el pecho, desde lo más profundo de su garganta.
─¿Sabes? A veces sueño que llama a mi puerta, y yo no abro porque creo que no lo merezco.
─¿Volvemos a hablar de tetas?
─Volvemos.
─Estoy seguro de que ella sonríe todos los días.
─Yo también.
─Y sabes que tú no lo haces.
─No, no soy lo suficientemente inteligente, supongo.
─No es inteligencia, es sencillez. Hazlo sencillo, hermano. Sencillo. Ya está bien. Ya está todo dicho. Ya está bien de puntos muertos, de pensar y de repensar. Prometámonos que los que vengan serán tiempos de hacer cosas, y no tanto de pensar o decir.
Charlie se puso en pie, agarró de las manos a Wes y le puso también en pie. Se tiró del pelo hacia arriba y después lo volvió a mezclar todo de forma imposible, como siempre.
─Hoy no abriremos. Ni hoy ni mañana. Ni pasado mañana, probablemente.
─Está claro Soldado Atkinson, está claro.
Para cualquier persona que no fuese Charlie, esa reacción de Wes, esa forma de despertar su propio mundo, no se podía justificar de ninguna manera. Pero no hubo problema, ya que era Charlie el único ser que acompañaba a Wes en ese momento.
─Espero poder decir dentro de mucho tiempo que mereció la pena.
─Yo también lo espero, y si no, será algo de lo que avergonzarnos con orgullo. Todos necesitamos hacer cosas de las que avergonzarnos dentro de mucho tiempo.
─Avergonzarnos con orgullo. Juraría que eso es lo que nos ocurrirá con la historia de El Parque. Nos avergonzaremos con orgullo de todas y cada una de sus noches.
Hablaban en un pasado excesivo de El Parque de Atracciones, y en un futuro aún más excesivo de lo que vivirían después de todo lo poco que llevaban vivido. Habían generado, una vez más, un vacío temporal en sus vidas. Un vacío que ellos tendían a tomar como un descanso pero que, peligrosamente, cada vez se parecía más a un tiempo de descuento, medido en sangre goteante.
─Cada segundo pienso una cosa distinta. No sé si deberíamos acabar con esto así.
─Las despedidas son una mierda, y esta lo será igual, ya sea ahora o dentro de cien años. Abrámoslo por última vez si quieres, pero solo para nosotros dos. Cogemos una botella de escocés, mucho hielo, mucha música y hasta que nos caigamos al suelo. Y mañana será otro día. Mañana será otra vida. De nuevo, hasta que salga bien. Hasta que, de una puta vez, no nos debamos nada a nosotros mismos.
Las ojeras de Wes llevaban muchos días arrastrándose por el suelo, aunque súbitamente, se habían difuminado un poco.
─Compro.
Charlie hablaba con una emoción desbordante que hacía que se ahogase al terminar cada frase. Él también estaba sobrepasado por las circunstancias. En realidad ambos llevaban años sobrepasados por muchas circunstancias. Pero Charlie controlaba mucho, controlaba de verdad; solo esa noche estuvo a punto de estallar, al mezclar demasiado dolor con demasiada euforia injustificada, pero necesaria.
Desórdenes fisiológicos desembocan en desórdenes mentales que desembocan en desórdenes emocionales que, aunque parezca imposible, pueden ser útiles en algunos momentos. Y aquella noche, Charlie consiguió resucitar a Wes un poco más.
El Parque de Atracciones se ha acabado, y sin embargo parece que Charlie y yo no nos agotamos nunca.
Es muy cierto que llevamos algún tiempo (seguramente demasiado) viviendo como si estuviésemos tirando de los restos de nosotros mismos. Eso reflejan nuestras caras.
El Parque de Atracciones se ha acabado pero el resto tiene que seguir. No sé ni cómo, ni hacia dónde, pero tiene que seguir.

Solo porque cuando esto se acabe tiene que quedar alguien que pague la cuenta.


El Parque de Atracciones VIII, aquí.
El Parque de Atracciones VII, aquí.
El Parque de Atracciones VI, aquí.
El Parque de Atracciones V, aquí.
El Parque de Atracciones IV, aquí.
El Parque de Atracciones III, aquí.
El Parque de Atracciones II, aquí.
El Parque de Atracciones I, aquí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario