domingo, 24 de mayo de 2015

El Parque de Atracciones VII / ♫Lookin’ Better Every Beer - Stray Cats

Sentados en un banco a la orilla del Támesis, cerca del Tower Bridge, mientras amanece, muertos de hambre.
Calma tu espíritu.
¿Qué?
Abre la botella.
Podríamos ser portada del Times un triste día de agosto. Aquí, sentados. O el póster de una película con mucha droga.
Charlie dio un trago.
Y de repente abrirás los ojos y te verás rodeado de manos cargadas de hipocresía, esperando a que tropieces, a que te asomes al pozo más profundo. Colocarán al fondo el diamante más brillante del mundo y esperarán a que bajes a por él.
Cállate ya, por favor.
Los dos soldados seguían sobreviviendo en Londres. Sorprendentemente, El Parque de Atracciones llevaba vivo más tiempo de lo que nadie habría imaginado, y Wes y Charlie seguían deambulando por Londres todas las mañanas, como dos gatos narcotizados.
Imagina que el mundo desaparece mañana, que empiezan a llover bombas y todo se hunde, pero alguien ha decidido que tú te salves. Y puedes salvar contigo algunas cosas y a algunas personas. No te dan un número exacto pero tienen que ser muy pocas cosas y muy pocas personas. ¿Qué harías?
Wes tomó en serio todo aquello, porque estaba muerto de hambre.
Creo que a estas alturas de la vida tú podrías responder por mí a esa pregunta. Yo sin embargo, no tengo la menor idea de lo que harías tú.
Charlie sonrió con lo primero que le dijo Wes, pero lo segundo le desconcertó, y sintió como si Wes, de un golpe, hubiese dejado sus entrañas al descubierto. Porque era cierto que sabía lo que Wes elegiría, pero no era capaz de imaginar lo que haría él en esa apocalíptica y metafórica isla desierta.
Yo creo que tú te has imaginado esa situación muchas veces, y ya te has construido tu mundo ideal, por si acaso.
Yo creo que tengo bastante claro lo que pediría. Y no sé, entiendo que nunca lo hayas pensado. Yo siempre he defendido la vida que llevamos, pero también he pensado muchas veces que si me ofreciesen una segunda oportunidad, la cogería sin dudarlo un segundo. Por inseguridad, supongo. Esa es la diferencia. Tú nunca has creído necesario el tener una segunda oportunidad porque has cumplido contigo mismo.
Puede ser. Desde que empezamos a vivir así, sé que mi progreso, mi evolución, o como quieras llamarlo, va por esta línea, por la línea que estoy construyendo y que estoy siguiendo. Y no sé si es lo mejor, ni sé si acabará bien o mal, pero siento que tiene que ser así, y no me planteo lo que hubiese pasado si… No, eso nunca.
Me encanta que hagas eso; que no te plantees que haya una forma de vida supuestamente mejor, que defiendas que cada uno vive como tiene que vivir, haga lo que haga.
Y no me importa que las personas no piensen así. También creo que si tuviese menos neuronas muertas y la mente menos nublada, pensaría de otra forma. Pero repito lo mismo, si pienso así, creo de verdad que es porque no tiene que ser de otra manera.
Dio un par de caladas, como si del cigarro sacase energía y fuerzas para seguir hablando
Y tú entonces, ¿qué?
No sé. Me gusta oírte decir esas cosas. Estaría bien que la gente que piensa que tienes el cerebro muerto, y que no puedes juntar dos palabras con sentido, te escucharan hablar así.
Yo creo que estaría bien que la gente pensase más en estas cosas. No en las tonterías de ‘¿Qué harías si todo desapareciese y pudieses pedir tres deseos…?’, sino en que las cosas no duran para siempre y que hay que identificar las cosas que para uno son importantes e intentar conservarlas.
Charlie nunca hablaba así. Wes tomó en serio todo aquello, porque estaba muerto de hambre.
Sí, tienes razón. No se habla suficiente de estas cosas.
Porque vivimos muertos de miedo. Y cuando nos reímos, nos reímos de los nervios.
Charlie dio una larga calada a su cigarro tras decir aquello, para darle solemnidad, y tras soltar el humo ambos empezaron a reír casi en silencio.
Imagina cómo sería ese final. No lo imagines con explosiones y grandes llamaradas. Imagina lo que podría ser escuchar ese final con los oídos taponados. Los edificios derrumbándose, ese estruendo sonando como cantos gregorianos.
Vale déjalo, cambiemos de tema. Creo que nunca apreciamos lo suficiente la luz de las mañanas de Londres.
Por favor, cuando sueltas frases como esas parece que te has escapado de un cuento de Beatrix Potter.
Lo que tú quieras, pero es verdad.
Charlie hacía bailar su mechero entre los dedos de la mano izquierda y apoyaba su mano derecha en una cerveza.
Solo sentándonos aquí, tengo la sensación de que vamos a matar al río de sobredosis. Como si fuésemos radiactivos desde anoche.
Toda la noche comiendo, y aún así, seguiría comiendo ahora.
Yo estoy muriendo. Me va a implosionar el estómago si no le doy algo.
¿Quieres? Es la última.
No, ahora no tiene ningún sentido.
Lo que tú digas.
Charlie se llevó la mano al bolsillo, volvió a agarrarse a la botella, le dio un trago largo, la tiró al río (“…por el bien de todos”), encendió un cigarro, le dio otro a Wes, Wes lo encendió, se puso en pie, tiró del brazo de Charlie y echaron a andar. Se marcharon sin haber hablado mucho, pero habiendo dicho muchas cosas.

Estaban muertos de hambre.


El Parque de Atracciones VI, aquí.
El Parque de Atracciones V, aquí.
El Parque de Atracciones IV, aquí.
El Parque de Atracciones III, aquí.
El Parque de Atracciones II, aquí.
El Parque de Atracciones I, aquí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario